lunes, 12 de septiembre de 2011

Coaching para mayores

A continuación reproducimos, por su interés y especial difusión, un artículo que publicamos en el blog  de Infoelder, portal especializado en el mundo de la tercera edad, en el que hablábamos acerca de los beneficios que puede aportar el Coaching a nuestros mayores.



A lo largo de nuestra existencia todos, en mayor o menor medida, experimentamos la necesidad de realizar modificaciones más o menos profundas en diferentes parcelas de nuestra vida. Este mecanismo de adaptación permanente a nuevas realidades que se modifican constantemente, se ve frenado en ocasiones por la natural tendencia del ser humano a resistirse a nuevas fórmulas y paradigmas que requieren de un esfuerzo para adaptarse a las mismas.

La mente reacciona, dentro de ese mecanismo, aportando sus datos almacenados para apoyar la renuncia al cambio, en forma de creencias, suposiciones y juicios acumulados durante la vida y que llegan a hacerse tan consustanciales, llegan a estar tan integradas, que simplemente desaparecen a nuestros ojos como creencias y se convierten en auténticas realidades. Para nosotros, se vuelven invisibles y resulta muy complicado identificarlas como no pertenecientes a la realidad cotidiana.
Por ejemplo, ante un reto vital, como la posibilidad de trabajar por un ascenso laboral que comportaría la modificación de nuestros hábitos, la mente puede reaccionar poniendo de manifiesto la creencia de que no somos merecedores de tal ascenso o que simplemente “para ser jefe hay que volverse malo, porque los jefes son intrínsecamente malos”. Pues bien, para definir el qué es el Coaching bastaría con decir que es una herramienta para simplificar y facilitar los procesos de cambio de las personas, sean profesionales o personales.

La diferencia esencial con otras herramientas y otros sistemas que se encaminan a un cometido similar y lo que pone al Coaching por encima de ellas en eficacia, es el sistema que se emplea, la forma de hacerlo. En el Coaching la persona interesada trabaja con la guía de un profesional (Coach) para encontrar nuevas posibilidades y puntos de vista dentro de sí mismo, a partir de los cuales puede construir caminos alternativos a los actuales que le permitan alcanzar logros y objetivos de todo tipo, diferentes a los que hasta ahora no podía o no sabía cómo llegar. De esta manera, el Coach nunca dice a la persona lo que tiene que hacer. Esta es una de las principales diferencias con otros sistemas, como la consultoría o el “mentoring” (yo puedo ser el mayor experto del mundo en algo concreto y darte un consejo sobre el particular que a ti no te sirva para nada, porque tus circunstancias no permiten aplicarlo). Es a través de la conversación con el Coach como la persona va encontrando paulatinamente los resortes que activar, dentro de sí mismo como antes decíamos, para solventar sus dilemas. La resolución parte del propio interesado y cuenta con sus circunstancias, valores e intereses, por lo que los cambios a efectuar cuentan con su mayor compromiso: Descubro yo mismo la solución y además matizada con todo lo que puede afectarla ¿Puede existir mayor compromiso para llevarla a cabo con una alta garantía de éxito? Pues eso es el Coaching.

Y ahora la pregunta es: ¿pueden nuestros mayores obtener beneficios del Coaching? Evidentemente si, en tanto y en cuanto el cambio es continuo y consustancial al ser humano a lo largo de toda su vida. Si alguna parcela de nuestra vida no funciona como nosotros queremos, estamos obligados, tengamos la edad que tengamos, a realizar algún tipo de cambio. Quizá ya nuestros objetivos profesionales no estén presentes, pero continúan estándolo los vitales, puesto que siempre se han de acometer acciones que requieran confianza en uno mismo y en sus posibilidades (toma de decisiones personales, rehacer o deshacer relaciones, conversaciones o negociaciones difíciles y muchas otras) y para ello el Coaching es muy adecuado.

A la par, la elevación del nivel de consciencia de uno mismo que facilita el Coaching, permite la comprensión más profunda de las actitudes, creencias y razonamientos que rigen nuestro comportamiento y cómo influye todo esto a nuestro alrededor. Esas actitudes, creencias y razonamientos a veces bloquean y autolimitan, y por tanto dificultan y a veces impiden el poder tomar decisiones adecuadamente. Un simple y cotidiano hecho como el decir: “Yo soy mayor, ya no puedo cambiar”, se puede identificar como una creencia y desmontar. Esto es extremadamente beneficioso para la autoestima del mayor, porque descubre que algunos problemas y dilemas tienen soluciones y que estas además pueden ser encontradas por uno mismo, lo que hace que aumente su seguridad en si mismo y su independencia. Asimismo el hecho que el Coaching no sea terapia es un punto positivo. En la terapia se indica lo que hay que hacer y cómo hacerlo y el mayor no suele recibir de buen grado esas indicaciones pues puede llegarse a sentir disminuido y adquirir nuevas creencias en cuanto a su validez. En cambio con el Coaching, si se le acompaña y ayuda convenientemente en el proceso, el mayor encuentra una gama de nuevas posibilidades a su disposición. Mujeres y hombres dedicados a la vida profesional y/o familiar ahora tiene tiempo para descubrir sus “pasiones” y ocuparse en ellas con dedicación por sí mismos, sin que nadie incluya actividades como, por ejemplo, terapia ocupacional. En consecuencia, su calidad de vida mejora muchísimo al encontrar en esta un nuevo significado, proporcionándoles:

•    Bienestar emocional
•    Autoestima e independencia para tomar decisiones
•    Capacidad de superación y empoderamiento
•    Desmitificar y desdramatizar ciertas situaciones
•    Superar el síndrome del “nido vacío” (sobre todo a mujeres)
•    Posibilidades de reformular su vida, sus objetivos y sus prioridades

Por tanto, podemos concluir que el beneficio del Coaching, lógicamente adaptado a sus necesidades, alcanza también a nuestros mayores y puede proporcionarles claves para lograr una mejor y más evidente calidad de vida.

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