Se ha escrito mucho, quizá
demasiado, sobre las cualidades de una corriente de nuevos entrenadores
deportivos, con nuevos métodos de trabajo, más basados en la gestión del rendimiento
de las personas (la también denominada, equivocadamente a nuestro entender, gestión del talento)
que en los tradicionales más ligados a lo deportivo, como la estrategia y la
táctica. Es cierto que se introducen periódicamente novedades en estos campos, pero no es menos cierto
que cualquier estrategia, por novedosa que sea, ha de ser llevada a cabo por
las personas y en ese punto estriba, precisamente, la diferencia de calidad y por tanto de triunfos entre los diferentes equipos.
Jose Mourinho es uno de esos
técnicos, quizá junto con otro Jose -Pep-
Guardiola, el representante máximo de
esa corriente. Entre las fortalezas del técnico, dado que el máximo acento ha
de ser puesto en la gestión de las personas, ha de figurar por necesidad un
componente fundamental, el liderazgo.
Sin duda, los entrenadores/gestores del equipo deben constituirse en líderes
del mismo y trabajar con la vista puesta en una máxima que define cualitativamente el objetivo que se
busca: El valor proporcionado por el equipo debe ser mayor que el resultante de
la suma de valores aportados por los talentos individuales de sus miembros.
Se comete, no obstante, un error
de cierto calibre, fundamentalmente por parte de la prensa deportiva
especializada, al confundir el concepto del liderazgo, aplicando este de manera
generalista a ciertos comportamientos que en ningún caso fomentan la máxima
antes comentada y asignando el apelativo de “líder” con excesiva frecuencia a
personas que, como Jose Mourinho, creemos que no lo son. (El propio
Mourinho aseguró hace poco que “para triunfar en el fútbol hay que ser un líder
“). Vamos a intentar explicar tres razones, probablemente existan más pero
creemos que estás son las fundamentales, del porqué:
1.
Mourinho
no dispone de la esencia del líder verdadero. Fundamentalmente y en esencia
un líder es una persona con capacidad de influencia, pero si lo extendemos
obviamente al campo de la gestión de personas, un líder verdadero debe ejercer su influencia de
forma positiva. Hay ejemplos de líderes en la historia que a pesar de gozar de
gran capacidad de influencia, no la ejercieron positivamente y provocaron un
quebranto en sus seguidores, tras una primera etapa de euforia. Jose Mourinho
no ejerce un liderazgo positivo puesto que con ciertas actitudes provoca disensiones y fracturas de cohesión entre sus colaboradores (jugadores y técnicos) de su equipo de trabajo.
Tras una primera etapa eufórica (todos son uno bajo las promesas y auspicios
de futuro que el líder debe manejar bien y Mourinho lo hace) y donde suelen
surgir resultados positivos básicamente basados en esto, llega la etapa de la
consolidación del equipo y la búsqueda de la excelencia del mismo, donde de
verdad debe ponerse en juego la capacidad de influencia positiva. En los
grandes equipos por donde ha pasado Mourinho comienza entonces a haber
disensiones puesto que Mourinho no parece disponer de la
capacidad de influencia positiva necesaria para que su equipo supere los lógicos inconvenientes derivados de que el resto de equipos rivales ya "conocen" como enfrentarse al suyo, sino que reacciona intentando primar
el resultado por encima de cualquier aspecto, convirtiéndose entonces no en un
líder sino en un “Jefe”, que intenta obtener resultados a través de imponer su
voluntad mediante tácticas coercitivas, incluyendo la difusión de cierto miedo a "si no estás conmigo estás contra mi".
Llegan entonces los “segundos años” de Mourinho, con triunfos significativos en parte debidos a la inercia de la primera temporada y a la aplicación del “puño de hierro” en la presente. El problema es que esta actitud deja secuelas en la capacidad de liderazgo y sobreviene un tercer año con una fuerte caída en la conciencia colectiva de equipo y alto índice de fracaso. Ha sucedido en todos los equipos por donde pasó Mourinho, que han tardado posteriormente en recuperarse mucho tiempo o todavía siguen en ello, (Inter de Milán, Chelsea,…) de las fracturas provocadas en el equipo en esa fase y empieza a suceder en el Real Madrid, su actual club.
Llegan entonces los “segundos años” de Mourinho, con triunfos significativos en parte debidos a la inercia de la primera temporada y a la aplicación del “puño de hierro” en la presente. El problema es que esta actitud deja secuelas en la capacidad de liderazgo y sobreviene un tercer año con una fuerte caída en la conciencia colectiva de equipo y alto índice de fracaso. Ha sucedido en todos los equipos por donde pasó Mourinho, que han tardado posteriormente en recuperarse mucho tiempo o todavía siguen en ello, (Inter de Milán, Chelsea,…) de las fracturas provocadas en el equipo en esa fase y empieza a suceder en el Real Madrid, su actual club.
2.
Mourinho
da prioridad a su persona por encima de la entidad. No parece que Jose Mourinho respete en toda
su extensión la visión y la misión de la empresa donde es contratado. Cualquier
nuevo directivo en una empresa que llega
desde fuera de la misma trae métodos propios, pero esos métodos no deben
contravenir aspectos tan fundamentales de la misma. Una de las características
de un líder es conseguir aplicar su metodología
y forma de hacer las cosas sintonizando con los valores, misión y visión que
tiene la empresa que le contrata y supeditando sus resultados personales a la consecución de los globales. No
es esta al parecer la “filosofía” de Mourinho, porque ha dado muestras muy claras de estar más empeñado en modificar
incluso tradiciones y valores de las empresas donde trabaja en aras de la
impresión de su sello personal (por
ejemplo impidiendo las tradicionales ruedas de prensa de jugadores de las que
están pendientes los aficionados, que valoran a un club también por estos
detalles), destacar públicamente que
cuando se gana, gana él, y cuando se pierde es debido a otros, incluidos
miembros de su equipo y, siendo la imagen de su institución, llevar a cabo
actos contrarios a la misma públicamente (una carrera jalonada de sanciones
por descalificaciones, insultos y alguna agresión o incluso crítica directa a
la masa social o afición de su club).
3.
Mourinho carece
de credibilidad. Jose Mourinho no es creíble ya para su equipo ni para parte
de la afición que lo sustenta. Aspectos fundamentales como la ética o la consideración
e incluso la capacidad, parte de los seis pilares en los que se sustenta la
credibilidad (ética, consideración, capacidad, valor, serenidad y convicción) han quedado muy dañados en estos últimos
tiempos. Amenazas públicas no veladas a compañeros o directivos (provocando
incluso la salida de algunos que le intentaban “contener”), "mensajes" a jugadores del equipo para “no
salirse del tiesto” dejando a ciertos elementos fundamentales para el equipo en el
banquillo (en ocasiones cosechando un resultado negativo para los intereses de
la entidad y acarreando la consiguiente repercusión mediática), promesas incumplidas,
preferencias no disimuladas y un sinfín mas. Actitudes en suma que minan un aspecto
fundamental del líder. Para este, la capacidad de mostrarse así delante de los
demás se resume en la percepción que del
mismo tiene su “auditorio de influencia”, es decir, las personas que lidera (también
llamadas “clientes de liderazgo”) y esta influencia se traduce en ser creíble.
Está por ver todavía el líder que pueda tener capacidad de influencia no siendo
creíble para su auditorio.
En resumen, estas tres razones,
por si solas, contradicen el calificativo de “líder” con el que se califica a
Jose Mourinho. Sin entrar en interpretaciones personales de su carácter o de sus
“formas” más o menos discutibles conforme al talante de la persona que lo
interprete. Jose Mourinho sí es un ejecutivo a la vieja usanza, como los que se
llevaban en tiempos anteriores donde la competitividad y los resultados eran lo
único que mandaba en las empresas. Estaban dos o tres años y luego,
necesariamente, porque habían exprimido equipos y posibilidades, salían a
repetir sus hazañas en otra. El problema es que no se trabaja para el
futuro y esas entidades por las que han pasado lo terminan pagando caro. Por eso el ser
líder no es una cualidad tan común. Los verdaderos líderes logran resultados
construyendo para el futuro, no temporalmente, y ahora, ya lo sabemos e incluso parece que en el fútbol también, son necesarios más que
nunca.
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