En mi paseo vespertino por ese enorme boletín informativo de
la actividad de la gente conocida que es Facebook, leo un comentario de mi amiga Laura Chica acerca de una intervención suya en Sevilla dentro del evento “IniciativaPymes”. En el mismo, Laura dice que estuvo hablando de amor como herramienta para
trabajar con las personas en la empresa. Y hacía un comentario divertido
aludiendo a la teórica sorpresa que puede constituir plantearlo hoy en una
charla, ante un montón de dueñas y dueños de empresas. Con lo que está cayendo, eso lo añado yo.
Aparte del mérito de susodicho planteamiento de una mujer, cuyo
sentido creativo e innovador se atreve
con casi todo (de ahí creo que le viene parte de su merecido éxito), creo que en
sí el hecho que el auditorio escuchara con atención y tomara buena nota de lo
expuesto, indica que las fórmulas que durante toda la vida se han empleado para
pilotar la empresa han caducado, básicamente porque ya no causan ningún efecto.
Los que a veces tenemos contacto con algunas empresas grandes, con personas
dedicadas específicamente a pensar en ello, ya sabíamos que ese planeamiento
estaba vigente. Hacer cosas diferentes para obtener resultados distintos, que decía
Don Alberto Einstein. En lo que algunos manteníamos serias dudas es si la pyme (es decir, la dueña o el dueño) sería capaz de
parar cinco minutos, pensar y comprobar el porque de no obtener resultados una
y otra vez y encima aumentando el esfuerzo exponencialmente entre intentos. La
ponencia de Laura y sobre todo, el que hubiera gente de pymes escuchándole atentamente
me pone sobre aviso de que algo empieza a cambiar. Tengo que ser franco y decir
que sólo tengo una leve esperanza, pero algo es.
Creo que hace falta mucha cultura de verdadero empresariado
en la pyme. Hace falta formación y preparación para esto. Si te tienes que
ocupar de todo, necesitas saber de ese todo bastante, o al menos lo suficiente
para empezar. Y la cosa no termina ahí porque tienes obviamente carencias hasta
que puedes llegar a ese nivel que se requiere para manejar todo. La
actualización constante de técnicas, de conocimientos, de procedimientos, en la
medida necesaria para seguir dirigiendo el timón de la empresa conforme a lo
que la empresa necesita en cada momento. La formación y el reciclaje continuo,
que tiene hoy por hoy más sentido que nunca, pero que lamentablemente es la
gran desconocida, por olvidada, precisamente entre la gente que más la
necesita, los empresarios. Una gran mayoría (lo he dicho por otro post), la
considera incluso una pérdida de tiempo. No digamos cuando hablamos de aplicar en
la gestión conceptos como la inteligencia emocional, la escucha activa, el
liderazgo transformador, la búsqueda del talento, o el mismo amor que propone
Laura que es tan necesario para las organizaciones.
Otro buen amigo, Ximo Salas, nos hablaba el otro día de
la no-empresa, de organizaciones sólidas, líquidas y gaseosas. La paradoja es que las más
sólidas, hoy por hoy, las que más futuro tienen, son las gaseosas. Las más
capaces de enfriarse y pasar a ser líquidas y si la situación lo requiere,
incluso volver a solidificarse, sin perder la capacidad de cambio. Las pymes,
por definición, por estructura, por flexibilidad, por adaptabilidad, deberían
de ser gaseosas todas ellas. La capacidad de competir de una pyme está
precisamente en el cambio. Y el cambio solo puede hacerse desde las personas
que la componen. Y cambiar de estado las veces que hagan falta ¿Y cómo? Pues cuando
no tienes a gurús y a teóricos a sueldo detrás de ti aconsejando y/o creando, creo
que lo mejor es mirar a las grandes que funcionan. No hay nada que perder y
mucho que ganar ¿Y qué hacen las grandes? Desde luego, nunca ascos a lo nuevo.
Cuento el caso de un alto directivo de una compañía de
transportes que me dijo un día, ante mis esfuerzos por ahondar en el concepto
de especialización: “Pepe, no
te compliques. Esto son habas contadas.
En el fondo da igual el sector, el tipo de empresa o si vendes productos o
servicios. Son detalles accesorios. Se trata de gestionar personas. Esa es la
clave del trabajo de cualquier directivo. Y hay que hacer lo que sea para que
las personas funcionen ordenadamente, con compromiso y felices. Hay que darles
cariño y apoyarte en ellos y que ellos lo
perciban. Porque en el fondo te juegas ahí la vida. Si están cabreados,
un día no podrás convencerles de nada y saldrás por la puerta de una patada en
el culo, que diez minutos antes descansaba plácidamente sobre un bonito sillón
de cuero”.
Así que, señoras y señores que dirigen pymes, les animo a
que inviertan en flexibilidad, en maniobrabilidad, en cambio. Que vayan a
eventos en los que personas como Laura o Ximo (o incluso a veces este humilde
servidor de ustedes) intervienen y les escuchen. Que miren a ver que hacen las
grandes e intenten hacer lo mismo a escala. Que se formen continuamente, que
inviertan en su desarrollo, en mejorar sus capacidades. Que busquen las
personas adecuadas que puedan ayudarles a poner en marcha todo esto, que las
hay y muy capaces. Son ustedes dueños y dueñas de su propio destino y pueden
elegir si quieren seguir con la formula caducada, aún a sabiendas que no sirve
para absolutamente nada.
Me ha gustado mucho la temática que utiliza en su blog, ya que concuerda con lo que estaba buscando y más en temas de empresas y pymes.
ResponderEliminarYo llevo un blog de temática parecida pero enfocado más al tema personal.
Un saludo y te leeré a menudo.
www.elexitoenvida.com