El pasado día 15 tuvimos la oportunidad de impartir un segundo taller de coaching para desempleados en colaboración con la Concejalía de economía, empleo, innovación y agentes sociales del Ayuntamiento de Las Rozas de Madrid. La convocatoria resultó todo un éxito, ya que más de 40 personas asistieron para, durante las cuatro horas de duración, conocer y trabajar con herramientas que les facilitan poder cerrar su etapa anterior, rescatar y valorar los recursos de que disponen, conocer, y en lo posible tratar de eliminar, sus trabas, definir y enfocar un objetivo, y trazar un plan detallado para alcanzarlo.
A lo largo de la presentación quedaron patentes muchas cosas, entre ellas, que hay personas que se movilizan y tratan de buscar salidas o ayudas que mejoren su situación, que el coaching cada vez está calando más a nivel popular (aunque los diferentes conceptos del mismo que manejaban los presentes diferían mucho entre sí), y de la enorme influencia de los medios y la sociedad en cuanto a la generación de una conciencia colectiva de mucho miedo y, curiosamente aunque se suponga que los asistentes habían decidido salir de su zona de confort por el simple hecho de estar allí, de cierta desesperanza en el futuro.
Ese quizá fué el punto mas importante que observamos. Es lógico que un grupo tan numeroso es por fuerza heterogéneo, y aunque los participantes mostraron un profundo respeto por lo que allí se exponía, hubo al menos dos de ellos que se mostraron no ya profundamente negativos con respecto a sus propias posibilidades de recolocación, sino a las posibilidades del resto, e incluso uno de esos dos, en esos corrillos de los descansos en los que se comenta lo que se está escuchando, se encargó de negar la temporalidad de la crisis (bien es sabido que cualquier situación de crisis puede durar mucho, pero no es eterna), argumentando que el uso del realismo a la hora de valorar las posibilidades existentes, era igual a considerar que la suerte estaba echada y no había salvación posible. En cristiano, que los presentes no iban a encontrar jamás un trabajo, y que el que tuviera la suerte estaría tan expuesto a perderlo como en estos momentos. Lo curioso del caso es que esta persona se definió en la rueda de inicio de la sesión como una persona que mediante una asociación sin ánimo de lucro, ayudaba a quien se dirigía a la misma a su recolocación ( ¿?).
No es propio de un coach, ni es una actitud de Coaching, el juzgar. Nosotros creemos que nadie nos necesita en un principio, que todo el mundo está perfectamente "entero" y no nos corresponde valorar (a nadie le corresponde en realidad), actitudes o creencias de nadie aunque intuyamos que le perjudican, pero en el momento que esas creencias trascienden de uno mismo y se dirigen a contaminar las de los demás, por la vía emocional, se convierten en tóxicas y envenenan, enrarecen y en definitiva hacen enfermar.
Esa situación de enfermedad es en la que en nuestra opinión se encuentra en este momento la sociedad española. Bajo el influjo de un pesimismo atroz que alimenta la falta de autoestima de muchos, que por esa vía obtienen alimento, la única forma de influir y hacerse notar entre los demás y que, en una suerte de transmisión casi vírica, retroalimenta a otros que están con las defensas débiles por cualquier causa, sea por la incertidumbre en su trabajo o por el trauma del desempleo, bajando a su vez su autoestima, y haciendo que reaccionen de la misma manera con otros, y esos con otros, y así en una especie de contaminación global. No es "La Invasión de los Ultracuerpos", ni un manido guión de una película de zombies. Creemos que es peor, a nuestro juicio es peligrosamente real.
Como en otras ocasiones que hemos comentado por aquí, la única vacuna, la única defensa posible es la voluntad del cambio. Del cambio a la creencia en nosotros mismos y en nuestras posibilidades, del cambio al blindaje contra creencias y actitudes negativas, simplemente del cambio a ser nosotros mismos y no a resignarnos a ser lo que otros han querido que seamos. Como en otras ocasiones, está en tu mano hacerlo. Solo hace falta que de verdad quieras. Somos muchos los que podemos guiarte para que salgas del desfiladero y no dejes tus huesos calcinados bajo cualquier grieta por no haber podido encontrar la salida.
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