Este fin de semana hemos tenido la oportunidad de ver "El discurso del Rey", la película del anglo-australiano Tom Hopper que narra la historia de la peripecia vital de Jorge VI, sucesor de aquel rey que abdicó al parecer por amor, (aunque en la película parece que porque simplemente no le interesaba serlo), Eduardo VIII . Fuera de las innegables cualidades artísticas de su producción y realización (Colin Firth como Jorge VI hace un trabajo excelente y probablemente reciba el Oscar, aunque es Geoffrey Rush, como el logopeda-coach Lionel Logue quien desde la sencillez hace un trabajo actoral sublime, en la línea de la maestría de Sir Laurence Olivier), la película supone un verdadero tratado sobre valores como el liderazgo, la superación, el manejo de la inteligencia emocional y el uso de las herramientas de superación personal combinadas con las puramente técnicas (en este caso de la logopedia).
La necesidad extrema de preparar a la nación (al imperio en ese momento) británica para la guerra con la Alemania nazi, cuyo punto de partida debía ser un discurso en el que el pueblo supiera que contaba con un líder fuerte y dispuesto a todos los sacrificios por el triunfo de la libertad, tropezaba con una tartamudez limitativa (presentada como algunos han dicho como metáfora del miedo) que podía dar al traste con lo más importante en ese momento, la moral de los ciudadanos ante el conflicto que se avecinaba. El trabajo, tan descaradamente innovador para su época, tan actúal en nuestros tiempos de Lionel Logue, consiguió que en los momentos de moral baja, la voz de Jorge VI hiciese de nuevo enardecer al pueblo y superarse para cada batalla.
Mas allá de la historia, la película ofrece dos lecciones básicas: La primera, que una educación que reprime y oculta las emociones y los defectos, que no ayuda a asimilarlos e integrarlos, se convierte en una pesada carga que una persona, a pesar de su preparación al más excelente nivel para ejercer el liderazgo, no puede sobrellevar por mucho que lo intente. Vemos que incluso esos defectos se convierten, tras el trabajo del logopeda, en virtudes. El miedo, la educación restrictiva, el clasismo, las creencias y los juicios, salen afuera, se muestran, se asumen, se desmontan y se convierten, usadas inteligentemente a favor, en las más importantes herramientas que hacen que el Rey, usando la empatía del reflejo de todas esas rémoras en los ciudadanos, venza por fin su tartamudez y asuma su papel de liderazgo en la historia. Y la segunda, que la única vía para vencer las dificultades de uno mismo está en el trabajo que uno mismo haga consigo. El logopeda contesta ante la pregunta de la reina Isabel, esposa de Jorge VI, que puede curarle "si él quiere". En el transcurso de la terapia el Rey abandona varias veces, pero es solo cuando realmente su compromiso vence a su miedo cuando se entrega en cuerpo y alma al trabajo de vencer su problema. Decide que quiere cambiar y se pone en marcha. Jamás el terapeuta intenta convencerle o venderle la terapia, deja que sea solo él la persona que decida si quiere curarse o no. El Rey sabe que ya nada puede ser lo mismo, pues se encuentra obligado por su deber y sus convicciones a curarse, por mas que se le pida mirarse en los ojos de la gente corriente o llevar a cabo ejercicios extravagantes que, en su creencia, denigren su condición (sublime la escena en la que Geoffrey Rush se sienta en el trono real de la Abadía de Westminster haciendo de espejo del propio Rey , procurando que se vea, ante su inicial estupefacción, a si mismo reflejado en uno de sus subditos, como un inglés mas). Ahí Jorge VI descubre que si quiere ser el líder de su pueblo y que sus ciudadanos no tengan miedo, ha de pensar como ellos, hacer acopio de coraje y vencer el suyo ¿Quien dice que esto no es Coaching y del bueno?
Exactamente lo mismo que ayer otra persona relacionada con el cine hizo en la ceremonia de entrega de los premios del cine Español. Alex de la Iglesia no tiene ningún defecto en el habla (creemos además que dispone de un tono de voz y una dicción magníficas), pero también dió un paso adelante ayer en contra del miedo, del catastrofismo, del anquilosamiento de una clase profesional, la de los cineastas, demasiado temerosa del futuro y de lo exterior a ellos mismos. Parece un contrasentido, pero la creatividad, la fantasía que debe ser la piedra angular de toda persona del cine están en España hoy en horas no bajas, profundas, respecto de las soluciones que deben adoptar ante la evidente y sempiterna crisis del cine, amenazados por fantasmas a menudo creados y fomentados por ellos mismos, quizá adocenados por una política subvencionadora y muy poco fomentadora de dos elementos consustanciales a cualquier actividad económica: El riesgo y la innovación.
Justo lo que propuso ayer en su discurso a la Academia del Cine (en realidad lo ha propuesto siempre desde su cine, recordemos Mirindas asesinas, Acción Mutante, El día de la Bestia, La Comunidad.....) , riesgo e innovación. Adecuación a los nuevos tiempos y coexistencia con el deseo de la gente que ve las películas. Justo los que se quedaron en las vallas que rodeaban el Teatro Real ayer, y no nos referimos sólo a los de Anonymous, con sus curradas caretas de Guy Fawkes, sino a los que, como nosotros, el Sábado compraron su entrada, se sentaron y se pusieron a ver una película. Lo que pidió Alex ayer, como un Lionel Logue actual, es que la gente del cine baje al barro, deje atrás su miedo y veá mas allá. Lo dejó bien claro: Ya nada puede ser lo mismo. El cambio, también ahí, se impone.
Es una película que se debería ver en versión original ya que el tema principal es la tartamudez del protagonista, Bertie, de modo que con el doblaje se perderán muchos juegos de palabras que realiza junto con otros ejercicios para superar su defecto. En ese sentido me ha recordado ligeramente a My Fair Lady. Pero no sólo de tartamudez trata la película, este problema sirve como "excusa" para indagar en cosas más interesantes como el cómo nos afecta lo que espera de nosotros la sociedad, los traumas de nuestra infancia, o la enorme responsabilidad y carga que es ser rey sin querer serlo.
ResponderEliminarEspectacular la clase de cine con esta pelicula.
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